MUSEO Y CENTRO DE INVESTIGACION DE LA CULTURA INDIGENA
[Proyecto colaborativo de Miranda Gomez Coll y Alfonso Badia]
El proyecto se ubica en el encuentro entre el camino que da acceso al pueblo, la entrada al mismo y el humedal, es una esquina critica para la historia de la localidad. La obra es el fuelle entre el pasado y el presente; entre lo concreto y lo fluido. Dos muros separan al visitante de donde viene hacia dónde va, para conocer el otro lado, hay que y atravesar la historia. Un proyecto para albergar a los primeros hombres de nuestras tierras, estudiar su historia y expandir el conocimiento.
La elección de la materialidad fue el motor de arranque; la construcción debía ser de tapial; una de las tipologías mas antiguas. Arquitectura que aquellos hombres podrían haber construido, donde podrían haber vivido, y donde hoy a nosotros nos haga involucrarnos más con su historia. El tapial indujo al muro, a la densidad, al peso, a la oscuridad, a la caverna.
Se atraviesa un muro ciego para llegar a un patio central, enclaustrado y distribuidor. Un plato de agua da indicio a lo que será el guía de la circulación; el agua. Al igual que en el pueblo, el canal entra al edificio y conduce a recorridos de espacios contenidos entre muros y agua, de luz controlada y contemplación.
El muro de tapial, que proviene de la misma tierra de la cual surge el edificio, de la misma tierra de los indios nativos, aporta una crudeza y rusticidad que remite a nuestro pasado.
La plaza seca de acceso responde a lo que sucederá próximamente en la contra fachada con esbeltas perforaciones que generan un ritmo intermitente, de mayor frecuencia en el lado oeste, donde se ubica el sector de investigación, y menor del lado este, donde se busca la oscuridad de las salas de exposición.
La historia indígena argentina es oscura, tortuosa y silenciosa; esto mismo es lo que se busca generar en la atmósfera del edificio; cavernosa, fría, húmeda y áspera, comprendida entre el muro ciego, hacia lo urbano y el muro perforado, hacia la naturaleza. De este ultimo se desprende un único pedazo de tapia que cae hacia el humedal abriéndose como único paso hacia el horizonte. El tapial se ilumina en el interior del edificio a través del agua, como la piel indígena a través de la historia. Un pasado difuso, que debe ser estudiado y enseñado, para entender nuestro origen, construir la memoria, logrando una comunión entre pasado y futuro.
